Tras leer la columna de Gustavo Vidal Manzanares en el diario digital "El Plural", me planteé cómo contestar un artículo tan barriobajero y tendencioso como el suyo. Podría haber contestado punto por punto, sería fácil, pero significaría ponerme a la altura moral, dialéctica y estilística del hermano de César Vidal. No podía caer tan bajo para encontrarme con Enric Sopena y su pupilo, quien no será feliz hasta ver a Federico Jiménez Losantos entre rejas (a la luz de otros artículos).
Levanta y recrea Gustavo Vidal el eterno imaginario marxista de la Derecha: gordos empresarios ricos fumándose un gran puro habano, católicos radicales, homófobos, que llevan a sus hijos pijos a estudiar a Harvard, y que prácticamente esclavizan a sus trabajadores en condiciones infrahumanas y donde sus señoras humillan a las sirvientas del hogar. Mientras, la Izquierda se compone de pobres camareros homosexuales con contratos precarios, pobres estudiantes que se tienen que conformar con estudiar en la Universidad pública, y sirvientas que tienen que aguantar los maltratos de sus "amas". Y si este imaginario izquierdista vota a la derecha, los llama "tontos de los cojones".
Gustavo Vidal olvida a los millones de pequeños empresarios que tienen que cerrar sus tiendas porque no les ayudan, por ejemplo, rebajando los impuestos; olvida también que ese camarero que tiene un contrato de tres meses, posiblemente no le renueven porque la gente ha dejado de ir a tomar café y se vaya a aumentar la lista de 3 millones de parados; olvida a los homosexuales que están en contra de la filiación socialista de los colectivos de gays y lesbianas, de las carrozas, y que les revienta que Zapatero diga estar con ellos cuando en Cuba e Irán, por ejemplo, carecen de los derechos más elementales, incluso el de la vida; no quiere ver que muchos de esos "tontos de los cojones" tienen que comer en comedores sociales sufragados por la caridad de millones de católicos, y si pueden darles ropa, pues mejor; olvida que los jubilados cada vez tienen más riesgo de perder su pensión ahora que cuando gobernaba Aznar, ya que cada vez hay menos afiliados a la seguridad social y su caja se está vaciando, que el dinero no llueve del cielo...
Habrá que recordarle que ni los pobres ni los humildes tienen que ser, por sus cojones, de izquierdas, ni los ricos de derechas (léase Luis del Rivero).
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