lunes, 26 de septiembre de 2011

Según Sopena, sólo los progresistas derrotarán a ETA

Por desgracia, el terrorismo, de un tiempo a esta parte, ha entrado en las distintas campañas electorales celebradas en nuestro país. En este año 2011 de elecciones autonómicas, locales y ahora generales, es el terrorismo etarra el que ha querido llevarse el protagonismo.

En las últimas elecciones autonómicas y locales con la introducción de los testaferros de ETA (gracias a la colaboración imprescindible de un cuestionadísimo Tribunal Constitucional y su cuestionadísima sentencia) en las elecciones locales que le dieron numerosos ayuntamientos y acceso a los presupuestos. Ahora, ya disueltas las Cortes y con Zapatero como pato cojo, con los movimientos etarras con los Acuerdos de Gernika como eje.

Desde el panfleto del gulag mediático que dirige Enric Sopena, éste ha escrito una columna titulada "Les inquieta ETA? No, les inquieta el 20-N" que, en mi opinión no merece otro calificativo que deleznable, más teniendo en cuenta que muestra a las claras las pretensiones de los socialistas y afines: rentabilizar políticamente una pseudoderrota de los terroristas.

No deja de ser curioso que "El Plural" (que de plural, nada de nada), vaya sacando artículos en los que prevén "el fin de ETA" y de lo mucho que preocupa al Partido Popular que ese "fin de ETA" (nótese la importancia de las comillas) a la vista de las próximas elecciones generales, como si el Partido Popular no quisiese el fin de ETA.  Algo, que por cierto, no es nada extraño en el digital sopenístico.

Pero si he calificado la columna de Enric Sopena como deleznable es por las siguientes palabras:
O sea, el PP y su entorno periodístico no desean que -gobernando el PSOE- termine la existencia de ETA. ¿Por qué? Porque no admiten que sean los progresistas quines (sic) ganen la batalla contra los terroristas y más todavía a dos meses escasos del 20-N.
¿Acaso son los progresistas, señor Sopena, quienes ganan batallas contra el terrorismo o no será acaso toda la sociedad española quien gane esa batalla? ¿Acaso el fin de ETA ha de atribuirse exclusivamente a los progresistas, y no , por ejemplo, a todos los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que han, no sólo intervenido contra ETA, sino incluso sacrificado su vida por causa del terrorismo?


Patético y deleznable el comentario de Enric Sopena, dejando al margen a toda la sociedad que ha luchado y sacrificado por causa de un cáncer que ya dura demasiado, atribuyendo exclusivamente a los progresistas (y por extensión a Alfredo Pérez, ex-ministro de Interior) una eventual (y falsa) victoria frente a los terroristas, denotando su sectarismo nada sorprendente y habitual.

Parafraseando al mismo Enric Sopena: ¿Les inquieta ETA? No, les inquieta una victoria popular en 20-N.



jueves, 22 de septiembre de 2011

Montesquieu sigue muerto

A raíz de la decisión del Pleno de la Audiencia Nacional de revocar el procesamiento de los tres miembros de la cúpula policial de Alfredo Pérez Rubalcaba por el Caso Faisán, no han tardado desde el socialismo la exigencia de disculpas al Partido Popular, en especial la directora de la campaña rubalcabiana Elena Valenciano. 

En primer lugar, no es verdad que, como desde la factoría nos quieren hacer creer, que haya un adiós al vergonzoso hecho de un chivatazo a una banda terrorista, que los hechos no ocurrieron, que el delito no se produjo. Por tanto, sigue existiendo un delito al que el Pleno de la Audiencia Nacional exige más investigación para clarificar a quiénes juzgar. En resumen: existió un chivatazo a los terroristas, el cual aún no ha sido esclarecido (según la AN), a pesar de que tenemos las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad mejor preparadas para la lucha contra el terrorismo, especialmente el etarra.

Por otro lado, no crean que deban ser los partidos políticos, especialmente los mayoritarios, quienes empiecen a exigir disculpas o a exigir responsabilidades por cada resolución judicial que salga a la luz. Que el PSOE y el PP se tiren piedras, se feliciten a sí mismos cuando las resoluciones son favorables o que recurran a la manida frase "nosotros respetamos las decisiones de los jueces", cuando han sido unos quienes mataron a Montesquieu y otros quienes lo enterraron, no deja de ser una burla y un intento de engaño permanente al ciudadano.


Podemos ver a Alfredo Pérez Rubalcaba hacer propuestas encaminadas a satisfacer en cierta medida a los indignados, y sin embargo, no le hemos oído palabra sobre la propuesta de Independencia del Poder Judicial del 15-M. No espero de Rubalcaba, uno de los mayores fontaneros del socialismo español, que proponga retornar al sistema de elección del CGPJ anterior a la modificación de la Ley por parte de Felipe González y satisfacer así a los indignados. Tampoco lo espero de Mariano Rajoy, por mucha regeneración democrática que pueda prometer.

Montesquieu sigue muerto, enterrado en cal viva y no veo disposición en resucitarlo. Mientras tanto, que no vengan con eso del respeto a la Justicia, que no me lo creo.

En defensa de la Educación

No es ningún secreto que las protestas realizadas por parte del profesorado de la enseñanza pública no son más que un instrumento de los sindicatos afines que, a base de subvenciones y más subvenciones, han conseguido diluir su verdadero significado como sindicatos para pasar a formar parte de esa conglomerado informe que se llama la izquierda. Son un instrumento al servicio de esa agitación previa a unas elecciones a las que nos tienen acostumbrados y de la cual siempre se pretende sacar rédito de cualquier tipo.

No nos engañemos, no defienden la enseñanza pública, ni siquiera defienden la enseñanza (a secas), y da vergüenza ajena oír decir a ciertos representantes que la calidad de la enseñanza pública se va a ver mermada. Como ya dije, en época electoral mucha gente se pone nervioso y dicen muchas tonterías, pero cuando ya se ha engranado y engrasado la maquinaria de la izquierda, tanto a nivel de partido, sindicatos y prensa, además se dicen mentiras.

Repito: no es una batalla por la educación pública o la educación privada, no es una batalla por la calidad de la educación pública ni siquiera por la educación en sí misma. Si así fuese, todos los profesores, de todos los colegios e institutos, públicos como privados, ya habrían salido a la calle hace bastantes años bramando contra el sistema educativo de nuestro país –cuyo padre no es otro que Alfredo Pérez (Rubalcaba)–  especialmente cada vez que un informe PISA nos deja en ridículo, y por tanto, también a esos profesores que no dejan de formar parte de ese penoso sistema. Es, simplemente, una lucha por mantener un status laboral  considerado por muchos funcionarios y trabajadores (incluyendo colegas del sector educativo privado) un privilegio.

Si de verdad la izquierda de este país quiere defender la Educación, especialmente la pública, que no digan esa falacia de que aumentar dos horas semanales (dentro de las tres que permite la Ley madrileña) significan recortes a la educación y de la calidad de la enseñanza y empiecen a atacar la verdadera causa de que nuestro país sea siempre la risa en los infomes PISA, que exijan a los candidatos, especialmente al padre de la LOGSE Alfredo Pérez, un cambio en el modelo educativo español que, además sea duradero en el tiempo y no  algo que siempre hay que cambiar por el capricho de cada gobierno.

Pero eso es pedir peras al olmo, más en estos días de elecciones donde tantas subvenciones están en juego dependiendo de quien gane.

martes, 20 de septiembre de 2011

¿Algún líder que se ofrezca a defender el Estado de Derecho?

Cuando se acercan elecciones (por tanto, reparto de aspiraciones políticas, de poder, de asignaciones económicas, si puede ser de una pensión vitalicia y, en resumen, fuentes de financiación tanto personales como de partido), los políticos suelen decir y hacer muchas tonterías que no harían en otro momento de su vida o si esa no fuese su vida.

Pero al punto que hemos llegado en esta campaña, y eso que no ha empezado oficialmente, no sólo se han dicho y hecho muchas tonterías (de momento gana el "porque es muy listo"), sino que en ese empeño por destacar uno pasa de las tonterías a desafiar al Estado de Derecho en sí mismo, a la Democracia. Todo esto lo hemos visto con los ataques y las llamadas a la desobediencia a los tribunales a cuenta de si el castellano debe ser también lengua vehicular en las escuelas catalanas. 

No voy a poner aquí ni opinar sobre las lamentables (por decir algo suave) declaraciones de ciertos políticos atacando a los jueces que cumplen y hacen cumplir la Constitución y sus Leyes; no voy a poner aquí ni opinar sobre las proposiciones de quienes aspiran a gobernar para cercenar y amputar nuestro Estado de Derecho; ni voy a poner aquí ni opinar sobre las declaraciones que quitan hierro al asunto, algo que no me sorprende, dicho sea de paso, de quien ha hecho de su silencio su forma de regir.

Así, donde unos jueces y magistrados, donde los más altos tribunales del Estado ordenan que se cumpla la Ley, donde debería demostrarse que vivimos en un Estado de Derecho, en una Democracia, nuestra clase política se permite el insulto, la falta de respeto, el desafío e incluso la amenaza velada a los propios pilares de una Democracia. 

Seamos claros. Una desobediencia a un Tribunal sale prácticamente gratis, y el rédito político, especialmente en el nacionalismo, es mucho mayor que la pena a pagar: Las leyes de nuestro país no poseen el suficiente carácter coercitivo que debería proteger nuestro Estado de Derecho y las garantías de una democracia. Pero, además, no tenemos ahora ningún líder que diga alto y claro que va a defender el Estado de Derecho y el cumplimiento efectivo de las Leyes, que es lo que me hubiera gustado escuchar de Alfredo Pérez (Rubalcaba) y de Mariano Rajoy.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Impuestos especiales para socialistas

Mucho me temo que el eje de la campaña socialista va a estar encaminada a tratar de meternos con demagogia (que para eso el candidato Alfredo sabe tanto) las bondades de subirnos los impuestos y de las bondades del gasto y derroche.

Tres son las medidas que ha presentado en materia económica que  quisiera puntualizar hoy:

a) Impuesto de Patrimonio: Cada vez que desde el socialismo se habla de subir impuestos "a los ricos" o "a los que más tienen", todos sabemos quiénes van a pagar el pato: las clases medias. Como se puede leer en el artículo de La Razón "Desmontando a Rubalcaba", se puede observar cómo los propios socialistas alegaban en favor de suprimir este impuesto ya que afectaba a las clases medias y no a las grandes fortunas.

b) Pacto de Rentas: Si ya de por sí, la semántica chirría como al oír "Alianza de Civilizaciones" o "Pacto Social". El nuevo Pacto de Rentas "debe abrir los incrementos salariales a indicadores adicionales al índice de precios al consumo para tomar en consideración, asimismo, la evolución de la productividad o las condiciones de competitividad de las empresas o el sector" pero también "debe incorporar compromisos efectivos de reinvertir beneficios en el mantenimiento y fortalecimiento de la  empresa, en la creación de empleo, en la racionalización del trabajo"; y asimismo, "un tratamiento paralelo entre los incrementos salariales pactados para los trabajadores y los incrementos de las retribuciones de gestores y directivos, sea cual sea su especie
Es decir, sentar de nuevo en una mesa a los de siempre, a los sindicatos de Méndez y Toxo y a las representaciones de empresarios, para crear de nuevo un pacto o lo que llamen que restrinja la libertad de empresa, en vez de desregular y hacer un mercado más libre y generador de empleo. Pero, vistos los antecedentes, el nuevo conejo de la chistera rubalcabiana no demuestra más que dos cosas: Su fijación en parapetar su propio fracaso en los agentes sociales externos (sindicatos o, mejor aún, los empresarios); y su miedo a hacer lo que debe hacer un gobierno: gobernar. ¿Cuánto retraso en tomar medidas ha tenido nuestro país por el temor socialista a tomar decisiones tan difíciles y antipopulares como necesarias? ¿Cuántas reformas se han quedado en el tintero (reforma sistema financiero) como a medias (reforma laboral) por miedo a gobernar o a zaherir a los sindicatos de resort?

c) Impuestos a la banca: Dice Rubalcaba: "que los bancos devuelvan a la sociedad lo que la sociedad les está dando". Estas palabras cabrían perfectamente en un alegato a favor de la reducción de impuestos: que el Estado devuelva a la sociedad lo que el Estado confisca a la sociedad. Que reduzcan los impuestos para que sean los ciudadanos, en su libertad individual, quienes decidan dónde gastar su dinero. Pero claro, para el dogma socialista, sociedad y Estado es lo mismo. Pero ¿por qué no pide a toda esa gente que ha estado chupando del bote con subvenciones millonarias, con subvenciones surrealistas, que devuelva el dinero que la sociedad les ha dado? Por una sencilla razón: porque eso significa hablar de recortes, palabra maldita, y si se hablase de recortes a sindicatos o a distintas asociaciones, siempre se diría que son recortes sociales.
Pero además, en el apartado de imponer impuestos financieros (que pagaremos, vía comisiones, los ahorradores, las clases medias y todo el que tenga un euro en una cuenta corriente), Rubalcaba dice que en el origen de esto "las culpas estás repartidas". 
¿Quiénes son entonces, según Rubalcaba, los que se reparten las culpas? ¿No tendrá una gran culpa de la crisis que tiene España (con un gran déficit por culpa del gasto desmesurado, con una deuda terrible y amenazante, con un paro de casi 5 millones de desempleados, con una grave crisis de confianza en nuestra fortaleza económica, con una crisis de productividad, etc.) el gobierno del que Freddie formaba parte? ¿Creará Rubalcaba un impuesto especial (y gravoso) a todos los miembros del Consejo de Ministros, él mismo incluido, que formaron parte del gobierno de Zapatero durante sus dos legislaturas, como corresponsables de las culpas de la crisis?

La respuesta es sencilla: NO. Por dos razones: porque nadie se cree que un gobierno socialista, y menos Rubalcaba tenga la decencia de hacerlo, y porque en España nunca se dará el marco necesario para que suceda lo de Islandia.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Gran tontería

Cuando hay nervios ante el batacazo electoral que se prevé para los socialistas el próximo 20 de noviembre, se acaba agarrando a un clavo ardiendo pero desnudando sus vergüenzas y sus contradicciones. Eso le pasa a la Secretaria de Estado de (des)Empleo, Mari Luz Rodríguez, quien después de anunciar que el Plan de rescate de Obama se parece tanto el Plan E del gobierno socialista  comenzó a criticar la tan comentada afirmación de González Pons acerca de la creación de 3,5 millones de empleos.

Para esto, mejor que se hubiese quedado en casa.

No voy a criticar el Plan Obama, pero sí puedo afirmar que, si como dice se parece tanto al Plan E ("tambien conocido como Plan Zapatero"), el plan de estímulo económico de un presidente en horas bajísimas tras dilapidar  impuestos de los contribuyentes estadounidenses va a ser un total fracaso y un desastre para el país como lo fue el plan E para España. Tras hacer esas similitudes y con los antecedentes cada vez que  el socialismo español abre la boca (la fracasada Merkel, las previsiones de empleo, las envidias de Sarkozy...), si yo fuese Barack Obama el plan de estímulo de 300 mil dólares ya estaría retirado.

Después, Mari Luz Rodríguez tampoco ha dudado en criticar las palabras (ya tan matizadas) de González Pons acerca delos 3,5 millones de empleos, tildándolos de "gran tontería" de la cual ya se había dado cuenta el propio "Partido Popular, que ha dicho que no era una propuesta para el programa electoral, sino un deseo del señor Pons".

En mi anterior entrada, ante las críticas del vicecoordinador de la campaña electoral de Rubalcaba, Antonio Hernando, ya pregunté qué le parecía la promesa electoral del PSOE del pleno empleo. La Secretaria de Estado de Empleo ya ha contestado.

Porque tras prometer en 2008 el pleno empleo, y hasta 2009 no decir, en un programa de televisión, que no era una promesa sino un objetivo, las evidencias de unos y otros quedan reflejadas. La propia Cadena Ser evidenció la contradicción de las palabras de Zapatero en un momento y otro. Pero que justificase esa promesa-objetivo en las cifras anteriores de creación de empleo cuando en enero de 2008 el paro registrado crecía en más de 137 mil personas, era ya el súmmum de la desvergüenza.

Y ahora viene Mari Luz Rodríguez a atizar al Partido Popular por unas palabras inmediatamente matizadas o corregidas, pero sin recordar las promesas de pleno empleo que se hicieron desde el PSOE, los engaños acerca de la crisis a pesar de la subida alarmante del desempleo y todas esas mentiras que sirvieron para prorrogar un gobierno que nos llevó al mayor de los desastres y a un paro de casi 5 millones de personas.

Si las palabras de González Pons merecen ser calificadas de gran tontería. ¿Qué calificativos ha de usar Mari Luz Rodríguez para calificar los hechos (que no palabras) que ha perpetrado el Gobierno de Zapatero del que forma parte de forma activa?

jueves, 8 de septiembre de 2011

Ocurrencias

Es más que probable que ni Esteban González Pons, autor de la afirmación, se crea lo que ha dicho: que un gobierno de Rajoy vaya a crear en una legislatura más de 3,5 millones de empleos. Es decir, bajar del 21% al 5% la tasa de desempleo.

El vicecoordinador del Comité Electoral del PSOE, Antonio Hernando, ha emitido con un  comunicado para contestar a González Pons, tildando de 'ocurrencia' lo dicho por éste. La nota de prensa del PSOE dice lo siguiente:
El vicecoordinador del Comité Electoral, Antonio Hernando, ha pedido a Esteban González Pons que sus propuestas preelectorales sean "serias y fundamentadas", como hace Rubalcaba (sic), "en lugar de salir con ocurrencias como la de una generación millonaria de empleos para la que no aportan ninguna fórmula rigurosa".
Ahora mi pregunta: ¿Cómo califica Antonio Hernando, con cinco millones de parados, esto? ¿Propuesta seria y fundamentada?



miércoles, 7 de septiembre de 2011

El verdadero debate no aflora del victimismo.

Son muchos los ríos de tinta (si no mares) que corren acerca del ultimátum del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña para que la lengua española, junto a la catalana, sea lengua vehicular en la educación de esa Comunidad Autónoma. Ríos de tinta que han devenido de la particular visión que tiene el nacionalismo catalán de hacer política: desde el victimismo. Ese victimismo que pervierte el debate para inventar que todo esto es un ataque a una lengua que es tan propia de Cataluña como el español.

Y no, no se trata de un ataque al catalán. Y mucho menos a la identidad catalana, confundida muchas veces con la identidad del ideario nacionalista catalán. Se trata de cumplir y hacer cumplir la sentencias del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional, algo que entra dentro de esas reglas de lo que llamamos Estado de Derecho. 

Desde la política nacionalista, con la colaboración socialista y de su gobierno, se ha intentado marginar las sentencias y los autos judiciales como se han marginado a los castellanohablantes en la educación catalana, algo que el propio TSJC ha tenido que rectificar; a pesar de que, posiblemente, cualquier ciudadano de un país civilizado y con una democracia ya enraizada en los pilares del Estado de Derecho, se sonrojaría al oír las palabras llamando a la insumisión y el no cumplimiento de las sentencias judiciales, aquí en España y especialmente en Cataluña. Aquí ya no sorprenden, principalmente por una razón especial: porque hasta ahora han salido gratis.

Triste país donde unos políticos se aprovechan y exprimen las leyes amparadas en la Constitución y  reclaman y llaman al amparo de estas mismas leyes y de la Constitución en la defensa de sus intereses, pero que se manifiestan y llaman a la insumisión de las sentencias judiciales, que no son más que la defensa de esas mismas leyes y de la Constitución que bien están sólo cuando sirven a sus intereses. Pero más triste es aún que los dos partidos mayoritarios estén por sumirse en el trágala de estos partidos para buscar su abstención (que llamarían consenso) o la aprobación de los sucesivos e irreales presupuestos generales del Estado que nos han llevado casi a la ruina.

No se trata de ataques a lenguas o supuestos identitarios. Se trata de la defensa del Estado de Derecho, algo que chirría a muchos cuando no se está acostumbrado a que alguien salga en defensa de la legalidad, del Derecho, de lo que procede. Que no se busque el siempre manido victimismo cuya bandera ondean los nacionalistas a las primeras de cambio, con sus manifestaciones y toda la parafernalia adjunta. Ese no es el debate. El debate es si queremos vivir en una democracia, en un Estado de Derecho, donde todos los ciudadanos (incluidos jueces, gobernantes y demás) estemos bajo el imperio de la Ley, con sus derechos y sus deberes, nos gusten o no, o en la casa de tócame Roque.

sábado, 3 de septiembre de 2011

¿Quién deja la herencia, Pepe Blanco?

Pepiño Blanco ya ha sacado a relucir  el leitmotiv de la campaña socialista para las elecciones de noviembre, que se prevén desastrosas: Sacar el dóberman a paseo. Falto de memoria, como si hasta ahora no fuese alguien que, tras prometer el cargo, se sentase en el Consejo de Ministros, o como alguien ajeno al PSOE aun siendo vicesecretario general del partido, ha tenido el arrojo de decir lo siguiente: "no hay peor herencia que dejar debilitado el Estado de bienestar como pretenden hacer los dirigentes del PP".


Tras esta frase, hay que hacer un poco de ejercicio de memoria: ¿De quién recibió Aznar una herencia de debilitamiento del Estado de Bienestar que tuvo que pedir un crédito para poder pagar las pensiones? Del gobierno socialista de Felipe González y Pedro Solbes, con Zapatero de parlamentario sosteniéndolo. 


Pero no hay que alargarse tanto en el tiempo: A saber, Zapatero es quién, en nombre de un bienestar interpretado exclusivamente desde el punto de vista electoral, impuso medidas tales como devolver 400 € del IRPF excluyendo a las clases menos favorecidas, impuso el cheque bebé de 2500 € por hijo recién nacido, derrochó en obras mayoritariamente inútiles y en supercartelería 8.000 y 5.000 millones de euros respectivamente en cada uno de los planes e, compró (y compra) la paz social con ingentes subvenciones a los sindicatos mayoritarios... Y así podríamos seguir con una lista kilométrica de medidas que no han hecho más que poner en peligro el estado de bienestar. 


Y ha sido Zapatero, ese personaje que le espetaba día sí y día también a Mariano Rajoy qué gobierno era el del decretazo y cuál el del pacto social, quien tuvo que hacer un decretazo aún mayor reduciendo una media de un 5% el salario de funcionarios, congelando pensiones y otra serie de medidas en busca de reducir el gasto 15.000 millones de euros, casi lo mismo que se invirtió en los improductivos planes e. 


Ha sido el gobierno del PSOE, con su negativa a ver la realidad, a reformar el sistema financiero atajando los desmanes de esas entidades al servicio de los intereses de los políticos, es decir, las Cajas de Ahorro; a reformar el mercado laboral tal y como dicta la lógica y no los intereses sindicales... ha sido (y es) el gobierno del PSOE quien va a dejar España con 5 millones de parados cuando se celebren elecciones, con familias sin recibir prestación, con más de un 20% por debajo del umbral de pobreza... 


Ha sido, y es, el gobierno del PSOE, del que el propio Pepiño Blanco forma parte y del que el próximo candidato socialista, Rubalcaba, ha sido principal miembro, quien va a dejar una herencia de un Estado de bienestar no debilitado, sino en estado de coma o casi quiebra. 


A todos nos dolieron las duras medidas impuestas por José María Aznar cuando recibió la herencia de Felipe González. A todos nos duelen las medidas que están tomando los gobiernos populares allí donde gobiernan, tan dolorosas como necesarias, que comienzan por lo básico: racionalizar y optimizar el gasto de nuestros impuestos. Pero es lo que toca cuando se hereda una administración no sólo debilitada, sino también trucada.


Así que toda la razón a Pepiño Blanco: "se puede gobernar con austeridad sin sacar la motosierra [...] no hay peor herencia que dejar debilitado el Estado de Bienestar". Pero que lo diga quien ha gobernado sin austeridad y bajando los salarios a los funcionarios públicos y congelando pensiones, y que lo diga quien precisamente va a dejar en herencia un estado debilitado y casi en quiebra con más de 5 millones de parados, no resulta gracioso, sino macabro.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Bravo por el gesto de Gaspar Llamazares

La reforma de la Constitución ha pasado un trámite más y ahora se someterá al dictamen del Senado. A pesar de la mayoría aplastante de los diputados del Partido Popular y del PSOE, lo que implica un consenso más que suficiente para levar adelante una reforma constitucional, la imagen dada por el Congreso y por los políticos de los partidos mayoritarios me ha parecido más que bochornosa.  No sin razón (y valga la cacofonía) La Razón titula: "El camarote de los hermanos Marx".

No es de recibo que en el Congreso sucediese lo que ha venido sucediendo en los momentos claves del zapaterismo que nos han llevado a la ruina y, por tanto, a reformar nuestra Carta Magna: aquellos en que unos y otros corrían por los pasillos con manojos de papeles: los certificados de venta del país y las vergonzosas contrapartidas del país a los nacionalistas; esas que, de todos modos, no saciaban la codicia de los independentistas pero que permitían aprobar unos presupuestos generales totalmente irreales como ilusorios, a la par que catastróficos.

Si bien apoyo la reforma de la Constitución, aunque quizás sólo sea una reforma de cara al escaparate, como ya dije anteriormente, las cosas se deberían haber hecho de otro modo y no de la noche a la mañana. No creo que los padres de la Constitución, cuando diseñaron unos mecanismos tan restrictivos para su reforma, pensasen en lo que ha sucedido estos días. Pero ni cabría en su imaginación que los dos partidos mayoritarios, a los que se le supone (o debería suponer) un mínimo sentido del Estado (aunque eso acabó con Zapatero) diesen el espectáculo de hoy: corrillos para venderse y plegarse de nuevo a los intereses de los nacionalistas catalanes en vez de los intereses nacionales, y todo por una abstención.

¿Se merecía este mercadeo nuestra Constitución? Creo que no. Por una vez aplaudo el gesto del 'cuerpo' de Gaspar Llamazares ("Me he ido en espíritu con mis compañeros, y he dejado mi cuerpo para vetar las transacciones"), impidiendo que hasta en esto los dos grandes se plegasen a los intereses que, unidos a la irresponsabilidad del gobierno, tanto daño han hecho a nuestro país; todo ello en una imagen, a mi parecer, bochornosa de mercadeo en el último minuto. Una reforma de nuestra Constitución no se hace así, si no por sentido de Estado, sí por sentido de la estética.

jueves, 1 de septiembre de 2011

El triste ciclo económico español

Antes de que Zapatero ganase sus segundas elecciones, mintiendo acerca del pleno empleo y de que lo de la crisis era una mentira inventada por Pizarro para meter miedo (aunque ya se perdían empleos a chorros y era penoso ver a Caldera decir que ya estábamos en recuperación porque la segunda quincena del mes se había observado una ralentización de pérdida de empleo), era de la creencia firme que las reformas que Zapatero era incapaz de imponer para aguantar de la mejor forma posible la crisis, tendría que imponerlas el Partido Popular cuando ganase.

Así sucedió cuando Aznar llegó a la Moncloa herendando el erial de Felipe González: tuvo que tomar las riendas de la economía y aplicar medidas drásticas, tales como la congelación del salario de los funcionarios y que, tras su descongelación los funciorios públicos no hayan hecho más que perder poder adquisitivo a lo largo de los años. Y otras reformas, como la laboral, dinamitada entonces por los sindicatos.

Es lo que pasa ahora y lo que va a pasar a partir de enero si, tal y como parece, Rajoy pase a ventilar las habitaciones del palacio que ocupa ZP, aunque  algunas comunidades gobernadas por el PP no se den por enteradas.

Sin embargo, eso cambió cuando Zapatero, aunque diciendo que estábamos en crisis pero ignorándola, tuvo que doblar la rodilla ante la realidad (llámese Merkel u Obama) y hacer justo lo contrario de lo que predicaba o, peor aún para su ego, hacer justo lo que anteriormente echaba en cara al contrario y de lo que se mofaba. Tal es el caso de que, machaconamente en cualquier debate en en Congreso, Zapatero le espetaba las diferencias entre el gobierno del PP de Aznar y el suyo, concretamente a cuenta del famoso decretazo congelador de los sueldos de los funcionarios. Y en mayo de 2010 Zapatero, cabizbajo, no sólo congelaba de nuevo los salarios públicos: los rebajaba un 5% de media, además de otros tantos recortes sociales.


Ahora, después de que Trichet diese un toque a Zapatero igual que mandó una carta a Berlusconi, se va a acometer una reforma de la Constitución por le vía rápida para limitar el déficit, reforma que fue recibida con sorna cuando la propuso el Partido Popular en año pasado. Las consecuencias de mantener siempre al Partido Popular marginado aduciendo que siempre está contra las medidas (inútiles) del gobierno para afrontar la crisis son que, cuando la aplastante realidad de las cosas lo imponen, uno tiene que humillarse,  entrar en la sede genovesa y reformar la Constitución aprisa y corriendo. ¿Acaso no hubiera sido mejor afrontar la necesaria reforma hace un año con sus trámites, sus debates, buscando mayores consensos y con su referéndum (no necesario)? ¿No habría tenido así nuestro país una mayor imagen de soberanía y normalidad democrática y no tener que pasar la vergüenza de que nuestra Carta Magna se reforma chapuceramente por orden de un francés?

¡Claro que hubiera sido mejor un referéndum! Pero ni los dictatoriales mercados nos dejan (o sea, la lógica de los hechos) ni los tiempos marcados lo permiten. Y la responsabilidad impide el gozo de ver a un incómodo Rubalcaba predicar lo contrario de lo que piensa y a un partido defender lo contrario de lo que ha hecho a lo largo del gobierno socialista con Zapatero a la cabeza en la campaña del referéndum.

A pesar de todo, el triste ciclo económico español no acabará hasta el día en que Rajoy jure o prometa el cargo de Presidente de Gobierno y nombre a sus ministros, no comience a aplicar las duras medidas económicas necesarias que no pasan precisamente por un recorte mayor a los salarios públicos y a los derechos sociales, sino por una eliminación radical del derroche, de gastos inútiles y de subvenciones que sólo se explican desde el servilismo, y por una apuesta por la eficiencia en toda la administración pública.

Lo malo, si no lo peor, es que el ciclo se repetirá cuando gobierne de nuevo el PSOE, sin las lecciones aprendidas y con la búsqueda del poder por el poder como único objetivo.