martes, 14 de junio de 2011

No me representan

Una de las frases más recurrentes de las manifestaciones y actos pacíficos de los que algunos han dado por llamar "indignados", es "no nos representan". Y a partir de esa premisa, de creer y tener la convicción de que los políticos no les representan, parece ser que tienen vía libre, Alfredo mediante, de hacer lo que les venga en gana y en contra de lo establecido en nuestras normas... Eso que antes se llamaba Ley y que con el no poco esfuerzo de mirar a otro lado parece que va a quedar como mero objeto decorativo.

El lunes por la noche, un grupo de exaltados insultaron al alcalde de Madrid, Alberto Ruíz Gallardón, mientras sacaba a pasear al perro junto a su esposa. Y entre los insultos, se oía la famosa frase de "no nos representan".  

Alberto Ruiz Gallardón encabezaba una lista electoral que obtuvo el pasado día 22 de mayo 756.952 votos.  ¿Qué ocurriría si todos esos votantes de Alberto Ruíz Gallardón fuesen a increpar a esos cuatro energúmenos que, según Ángel Pérez, ejercieron conductas de matones y chulerías del nazismo, al grito de "sí me representan"? Y no digamos si, además, se hubieran juntado los votantes de cada pueblo y de cada ciudad, para defender a los ediles frente a los insultos y la violencia de los indignados. 

Yo no pude votar a  Gallardón porque no soy de Madrid, pero a mí, como votante, sí me representa. Como me representa Esperanza Aguirre y como me representa, aunque no me guste, Zapatero. Y, desde luego, siempre que estemos en un sistema democrático y en un Estado de Derecho, consideraré que esos a quienes los votantes han elegido con su voto, son nuestros representantes, nos gusten o no, y aunque veamos que son una tropa y que debemos exigirles todas las responsabilidades, incluso penales.

Desde luego, aunque se les llene la boca con la palabra "pueblo" y que digan que son su voz, a mí no me representan en absoluto, y menos cuando se saltan la Ley y ya cualquier barrera que separa lo moralmente correcto de lo que no lo es. Así que les pediría a los señores de lo que lamentablemente se ha convertido el movimiento 15-M que cuando nombren al pueblo me excluyan y que cuando griten "no nos representas", me exceptúen... 

Y que piensen que hay casi 15 millones de votantes del PP y del PSOE que sí se manifestaron pacíficamente con su voto y que, de acampar en las plazas, dejarían en ridículo todo este movimiento de indignidad. 

jueves, 9 de junio de 2011

La Policía, en la diana

Desde que los llamados indignados tomaron ilegalmente la Plaza del Sol y, con ella, distintas plazas de capitales españolas, amparándose en el Movimiento 15-M, todo este asunto no ha hecho más que degenerar en una acampada antisistema, degradándose el mensaje que el movimiento quisiera dar a la población convirtiéndolo en algo francamente cansino. 

Pero, gracias a la inacción de las autoridades y de políticos interesados, comenzando por Alfredo, se ha conseguido poner en la diana a las fuerzas del orden, a la Policía, a sus componentes. Hoy ha pasado en Valencia: La Policía Nacional ha tenido que actuar ante la agresión sufrida por sus componentes, consistente en lanzamiento de botellas llenas y tijeras. Eso es una agresión, un atentado en toda regla. 


Pero Rubalcaba (llamadlo Alfredo, Freddie o Rubbie, como gustéis) gracias a su forma de actuar, y los políticos interesados en atraerse hacia sí todo el movimiento 15-M por motivos partidistas (básicamente adquirir mediante el engaño el voto de los antisistema), han convertido una forma de manifestación en pacifismo. Así, tenemos que acometer y atosigar a la Policía con las manos levantadas y gritando "Estas son nuestras armas" y repartir flores a la Policía mientras por otro lado se grita "asesinos", "perros" y "Policía tortura y asesina" entre otras lindezas, son formas pacíficas de manifestación y que cualquier acción policial, aunque sólo sea mantener su área de seguridad, se convierte por el arte de la manipulación en una carga policial desproporcionada. 

Y, de ese modo, cuando desde el gobierno se les ha dado carta blanca desde el principio, aun con resoluciones declarando la ilegalidad de las concentraciones, hay quienes se permiten el asalto de supermercados y el intentar asaltar el Parlamento y el impedir que las Instituciones desarrollen con normalidad sus funciones, a pesar de que se pueda estar de acuerdo en que ciertos personajes no deberían estar ahí.


Entre el Gobierno de Rubalcaba y los antisistema está la Policía, Institución compuesta por personas que tienen que aguantar estoicamente insultos como "hijos de puta" (creo que son las únicas personas que se tienen que escuchar a diario esa expresión por el mero hecho de hacer su trabajo). Pero lo peor de todo es que tienen que aguantar que desde determinados ámbitos políticos (especialmente desde la izquierda aprovechada) y periodísticos se tilde a estos manifestantes como pacifistas, que aseguren que todas sus reivindicaciones se hacen de modo pacifista (cuando no es así) y que demonicen la lógica y proporcional acción de las fuerzas de seguridad ante las agresiones y los acometimientos, los insultos y las injurias, para ser calificada, hagan lo que hagan, como brutal y, cuanto menos, desproporcionada, poniendo siempre en duda la profesionalidad de la Institución y, peor aún, su necesidad.

miércoles, 8 de junio de 2011

Cubierto de gloria

Gracias al blog de Natalia Pastor, me enteré de la noticia, ya conocida por todos, de la discusión que mantuvo S.A.R. el Prícipe Felipe con una joven a favor de la instauración de una república en nuestro país. Lo insólito del hecho no es que se haya producido esta discusión a favor o no de la monarquía y de los manidos debates del referéndum y todas estas cosas. Lo insólito es que este debate se haya producido entre una licenciada de Derecho (Laura Pérez) y un profesional de la monarquía, quien cae en las trampas dialécticas (simples) de aquella.

Hay varias cosas que quisiera puntualizar: En primer lugar, y creo que más importante, es que no somos súbditos de nadie en el momento en que somos soberanos. El Rey no es el soberano, la soberanía recae en el pueblo español. (Artículo 1 de la C.E. 1978). Por tanto, que entre dos licenciados en Derecho no sepan ese punto básico de nuestro ordenamiento jurídico es para sonrojarse.

Por otro lado, existe el mecanismo para convocar un referéndum para saber si queremos Monarquía o República. Pero es más, a lo que a mí respecta, considero que ese referéndum se da cada día que tenemos elecciones, pero especialmente las generales. Cada cuatro años, refrendamos nuestro sistema con nuestro voto.

La Constitución Española, y en especial en lo que respecta a la Monarquía, se puede modificar, siguiendo lo establecido en su Título X. Para que sea factible una modificación de la Constitución y que, por tanto, haya un referéndum sobre la Monarquía, es necesario un plebiscito anterior donde un partido diga en su programa que va a proponer la reforma constitucional, y que éste gane y saque adelante su proyecto (con lo cual, ya hay una primera votación en la que los ciudadanos, siéntanse súbditos o ciudadanos, ya opinan sobre el tema. Partidos como IU son claramente republicanos, y partidos republicanos hay muchos. También existe la posibilidad de votar al PSOE, partido acostumbrado a aprobar leyes que ni siquiera estaban en sus programas, como la Ley del Aborto, por lo que no sería extraño que nos saliese con alguna de éstas.

Así, cada cuatro años, yo voto a favor de la Monarquía. Porque voto a un partido (u otro) donde no tiene en su programa reformar la Constitución Española e instaurar la República. Pero que una licenciada en Derecho, que algo de Derecho Constitucional habrá estudiado en la carrera, incluso no sepa que esos mecanismos estrictos de reforma de los que hablaba S.A.R. el Príncipe Felipe se pueden saltar (y si no que le pregunten al bisabuelo del Príncipe, Alfonso XIII) es de juzgado de guardia.

¿Para cuándo se va a plantear un referéndum sobre la República? No es ni al Rey ni al Príncipe a quien hay que preguntárselo, pues ellos no tienen la capacidad legal de cuestionárselo, pues la respuesta es sencilla: Cuando decida el pueblo español. No les corresponde a ellos cuestionarse un sistema que los ciudadanos españoles nos hemos dado y nos seguimos dando con nuestro voto. La soberanía recae en el pueblo español, recordemos.

Pero yo le haría una pregunta a Laura Pérez: ¿Así, un referéndum tan simple? ¿Y por qué no un referéndum donde entren todas las formas de Estado? ¿Por qué no podemos decidir si deseamos una dictadura, una monarquía absolutista, una república islámica, una república bolivariana o una república bananera? ¿Por qué no podemos decidir si queremos una república estilo Estados Unidos o estilo México o estilo Rusia? Y también hay que contentar a Cayo Lara, líder de la tercera fuerza política de nuestro país, que estaría contento y a favor de que se incluyese la opción de una república popular de partido único al estilo cubano.

Por último, hay que aplaudir a Doña Letizia que, como buena profesional, prefirió meterse en el coche oficial antes que meterse en berenjenales. Estoy de acuerdo con Natalia Pastor: El Príncipe no tenía por qué meterse al barro. Al final, Laura Pérez ha conseguido su minuto de gloria. Don Felipe, me temo, se ha cubierto de ella.

viernes, 3 de junio de 2011

Esto no acabará hasta que entren en la cárcel

Después de casi un año sin escribir, habiendo pasado muchísimas cosas en la política española que bien debiera haber comentado en este blog y que, por circunstancias que no voy a precisar, no he expresado, vuelvo a retomar El Ala Derecha. Con tantas razones que ha habido tras otro año de régimen zapateril, no he sentido las ganas de escribir hasta ahora. A mis escasos seguidores, mis disculpas.
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Todos los partidos políticos (todos los partidos políticos) han trabajado duramente para ganar las elecciones municipales y autonómicas. Especialmente, los gobernantes, han trabajado de manera especial para ocultar una realidad bastante cruda al ciudadano antes de que depositaran su voto en las urnas: no hay dinero, ni siquiera la calderilla. Las deudas que afrontan las administraciones autonómicas y locales son terribles, obligando a los gobernantes entrantes a imponer duros recortes y medidas que, a buen seguro, serán dolorosas.

Es lo que toca: Bajo un gobierno socialista que deja la economía hecha unos zorros, tiene que venir el Partido Popular y, obligatoriamente, imponer recetas impopulares (caldo de cultivo –por otro lado– de la demagogia de los sindicatos que criticarán sin piedad a pesar de que ellos son muy responsables de la situación actual). Aunque el Partido Popular tampoco, en la parcela que le corresponde, es ajeno a la culpa (para consuelo de la izquierda sopenista)

Se ha dejado constatado en esta crisis brutal que ésta no es sólo económica, sino también institucional. Institucional en el sentido que, mientras el Gobierno Central tiene serios problemas con Ángela Mérkel cada vez que tienen una charla sobre el déficit de España, las Comunidades Autonómicas parecen que van por libre, como si las cosas no fueran con ellos. Y los Ayuntamientos, más de lo mismo. Y, como se va a ver, las Comunidades Autonómicas y los Ayuntamientos son tanto o más responsables de la crisis como el Gobierno Central.

Mientras numerosas empresas a lo largo de toda la geografía nacional han quebrado o van a quebrar con las deudas de las administraciones públicas sin satisfacer, con la consecuente pérdida de puestos de trabajo, nos llegan cada día noticias de los derroches que se llevan los políticos de turno, independientemente del partido que sean. Enchufes, asesores, coches oficiales, viajes, comidas, gastos de protocolo, puestos de confianza, subvenciones a la chorrada más grande... conforman ese guiso de gasto superfluo que, con razón, enojan a los ciudadanos mientras se cierran empresas y con ellas, fuente de riqueza.

Y eso, sin contar con las administraciones como las diputaciones provinciales y otras que se inventan, (como las comarcas en Aragón), que no son más que otro pozo sin fondo para el gasto público, es decir, lo que religiosamente pagamos todos los ciudadanos. Y otro factor, no menos importante, es la corrupción política.

Ante los impagos, ya se empiezan a ver sentencias donde los alcaldes tienen que responder con su patrimonio las deudas de sus respectivos Ayuntamientos. Es un avance y, sin duda, un aviso de que las administraciones públicas no son cotos ni cortijos donde el dinero "no es de nadie" (Carmen Calvo dixit) y por tanto se puede derrochar, no sólo el dinero contante y sonante, sino también el futuro.

Ante la corrupción política, no podemos cerrar los ojos y evidenciar que es el cáncer de la democracia y un ataque a la libertad. Hay que quitar la idea de que a uno entra en política para enriquecerse o para conseguir una pensión vitalicia. Hay que recuperar la idea de política para servir al ciudadano, no de aprovecharse de él. El endurecimiento de las penas por corrupción, malversación y otros tantos delitos contra la Administración pública, donde el corrupto entre en la cárcel por una buena temporada, y la imprescriptibilidad de esos delitos (para que no se confunda como una absolución) son medidas necesarias para extirpar el tumor, para regenerar la democracia y recuperar, muy poquito a poco, la confianza en los políticos.