martes, 28 de julio de 2009

No sabes con quién estas hablando

La verdad es que es muy fácil hacer diálogo social, o pacto social, o todas esas cosillas que quedan muy bien. Es decir, una foto de los dos jefes de los sindicatos subvencionados, el jefe de los empresarios y Z. al fondo.
Pero en tiempos de crisis, si el diálogo social ha de reducirse a eso, a una foto de sonrisas y buen rollito, pues no. Al parecer los empresarios, los cuales ven peligrar las empresas, no están dispuestos a hacerle la foto a Z. si no se lleva a cabo una reforma laboral que, por otra parte, lleva tiempo retrasada. Y eso los convierte en los malos de la película.
En el lado opuesto están los dos sindicatos mayoritarios, es decir, CC.OO. y UGT, es decir, Toxo y Méndez, que al contrario que los miembros de la CEOE, no ven (ni verán) peligrar empresas en la que invirtieron el dinero ni tampoco las subvenciones millonarias de los gobiernos central y autonómicos.
Y por fin Zapatero. El hombre que, a falta de acuerdo (sumisión), se permite el lujo de afearle la postura a la CEOE, y de paso recordarle: "Soy el presidente del Gobierno, que no se te olvide… Soy el presidente de todo los españoles, no sólo de los tuyos". Algo así como "Tú no sabes con quién estás hablando", frase muy recurrida por políticos de pacotilla y altos funcionarios, también de pacotilla, cuando un policía o guardia civil le va a poner una multa. A Z. pareció olvidársele con quién estaba hablando: con el representante de los empresarios (o de una gran parte), los que, con su propio dinero generan riqueza y empleo, aparte de generar una pequeña parte de los ingresos de los sindicatos (por afiliación) y sindicalistas liberados.
La frase de Z. que más me ha gustado ha sido la siguiente: "Os doy 48 horas. Si esto no evoluciona, actúo como Gobierno". Pues que actúe en vez de esperar la foto, que ya es hora.

jueves, 16 de julio de 2009

Aguirre, siempre culpable

Una enfermera alimenta a un bebé por la vía intravenosa en vez de la vía nasogástrica, y por este error (fatal) el bebé muere. Todo profesional puede cometer errores: los jueces y fiscales cometen errores y meten inocentes en la cárcel o dejan escapar a peligrosos narcotraficantes; los médicos y enfermeros también cometen errores, amputan la pierna sana o, simplemente, muere el paciente. Es lo que tiene elegir una profesión donde un error puede tener graves consecuencias en los demás.
Lo curioso de este caso es que la muerte de este bebé, que de haber sido otro bebé no sé si hubiera tenido tanta trascendencia, no fue causada por el error de la enfermera. O quizás sí, si esta enfermera se llamara Esperanza Aguirre. No quisiera estar ahora mismo en la piel de la enfermera que cometió ese error que tanto ha trascendido y que, posiblemente, acabe con su carrera profesional para siempre. Pero tampoco en la piel de Esperanza Aguirre, a quien el sindicato CC.OO. pretende salpicar la muerte por su política sanitaria, quizás condicionada (y CC.OO. o no lo sabe o lo calla) por la cicatería presupuestaria del gobierno central socialista con el autonómico madrileño popular.
Hay muchas veces en que perdemos la oportunidad de estar callados, y los sindicatos han perdido, en esta ocasión, esa oportunidad. No pueden acusar a Esperanza Aguirre y su modo de gobernar de la muerte de un bebé, como tampoco pueden acusar (y he ahí el silencio clamoroso del doble rasero de CC.OO.) a Esperanza Aguirre de la mala praxis del anestesista Montes, por decir algo.