A Zapatero le urge, o le debería urgir, no una reunión con los 17 presidentes de las distintas comunidades autónomas, cada uno con sus intereses particulares, sino una reunión con Mariano Rajoy para certificar el fracaso del modelo autonómico.
No creo necesario recordar quién ha sido el culpable de la situación actual, en que vemos ahora a los socialistas levantarse en armas porque Zapatero ha recibido a otro socialista en la Moncloa para, nada más y nada menos, pactar el modelo de financiación de Cataluña, y de paso, el resto. Y también los populares se han levantado en armas. Llegarán Esperanza Aguirre para recordarle a Z. que quiere su financiación en base a la población, llegará Chaves para recordar que Andalucía ha de financiarse en base a un sumatorio población-territorio; y así hasta 17 modelos diferentes con 17 intereses diferentes y con sólo un punto en común: Ninguno piensa en los intereses de España, esa Nación que en la Constitución se proclama indisolublemente unida pero que en la práctica es realmente un algo totalmente fragmentado y dividido, gracias a la improvisación zapaterista y de la nula visión de Estado de todos los demás.
Urge, pues, una reunión urgente entre Z. y Rajoy, para determinar de una vez qué se quiere hacer con España: si se quiere seguir por esta senda de fragmentación o si se quiere hacer una España realmente solidaria entre todas sus regiones sin que las obsesiones independentistas de Montilla y socios quiebren las bases del Estado y diferencien entre unos españoles y otros.
Hace falta una nueva Constitución que sea meridianamente clara y que no permita que la irresponsabilidad de uno y las ambiciones e intereses de otros permitan el desbarajuste que hay ahora mismo. Hay que ponerle coto.
Pero, desgraciadamente, hay dos graves problemas: Rajoy carece de liderazgo y Zapatero de responsabilidad para, de una vez, dar el puñetazo en la mesa y decir bien claro que así no se puede seguir.
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