Pero no creo que haya, en realidad, una intención de revitalizar el sector publicitario y el de empresas de rotulación, sino un empeño zapateril de propaganda barata gubernamental que, al ciudadano, indigna y le sale cara. No olvidemos que el plan-e lo pagamos todos y cada uno de nosotros, y que es el gobierno de Z. quien con esos cartelones quiere hacernos creer que lo paga el gobierno, como si en un Consejo de Ministros todos hubieran echado mano del bolsillo para ver cuánto sumaban entre todos para financiarlo.
Es en el momento en que el gobierno de Z. se gasta 45 millones de nuestros impuestos para una propaganda de bombo y platillo, en estos tiempos de crisis, cuando estos cartelones rozan la repugnancia y la pornografía. Y con situaciones como la que narra Libertad Digital, es normal que el ciudadano se indigne. Y que el gobierno de Z. haga el ridículo.
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