Circulaba un chiste acerca de Bush y Fidel Castro en el cual los dos bajaban al infierno y allí Satán les daba a elegir entre el infierno capitalista y el infierno comunista. Evidentemente, Bush elegía el infierno capitalista y Fidel el comunista. Pasado un tiempo, los dos se reunían y se preguntaron cómo les iba a cada uno. Bush protestaba porque se pasaba todo el día en una olla con agua hirviendo. ¿Y cómo era el infierno comunista? Y Castro respondió que era igual que el capitalista, pero que una vez fallaba el agua, otra la olla, otra el butano...
Viene a cuento porque en Venezuela van a empezar las cartillas de racionamiento de agua y electricidad, mientras que Chávez aumenta de manera monstruosa el gasto de Presidencia en un 638%, con tintorerías, trajes, zapatos y productos de tocador. Una evidencia clarísima de que Venezuela, de manos del gorila rojo, va rectamente y a gran ritmo hacia el comunismo real.
Si el racionamiento del agua (en que, cierto, puede haber restricciones por sequía) y el racionamiento en electricidad en uno de los mayores productores de petróleo y gas del mundo, con inmensos recursos naturales, es un claro síntoma de que el comunismo llega a Venezuela, no dejan de ser síntomas también claros de este comunismo como el control de los medios de comunicación, los ataques a la prensa, periodistas, a la propia libertad de expresión, el control de la educación. También es una evidencia que Chávez pretende crear países satélites, a imagen y semejanza de la URSS estalinista y los países tras el telón de acero, e insulta y amenaza a los que no le bailan el agua, como Colombia.
Y si Venezuela está cada vez más cerca del comunismo real, no nos engañemos (no nos ilusionemos) con noticias como la del martes en Libertad Digital donde apunta a una caída de confianza en Hugo Chávez y posibles resultados electorales. Todos sabemos cómo es una democracia en el comunismo real y quién ocupa el poder de manera vitalicia.
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