Ignorar a un ministro zapateril e incidir en responsabilizar de todo este desaguisado al presidente Z. es todo un ejercicio de, primero, coherencia política y, segundo, de ese talante que algunos dicen que lucen. Así, si Rajoy responsabilizó a Z. de los presupuestos de 2009 y no al monocorde Solbes. y vuelve a responsabilizar a Z. de los presupuestos de 2010 y no a la ministra Salgado, no es un ejercicio, como pretendió Salgado en un primer momento y también [el cadáver político que hiede el escaño al que se aferra] Llamazares, de machismo, sino de mostrar la realidad de que Zapatero prefiere parapetarse detrás de sus ministros para ocultar sus responsabilidades.
Quizás Rajoy haya abusado de su caballerosidad política ignorando a Salgado en el debate no exigiéndole que dimita por su inutilidad frente al Ministerio, por ser una mera trascriptora de las órdenes suicidas de Z. y que además cobra un sueldo de ministra. Pero Elena Salgado no sólo no agradece este gesto rajoyesco de evidenciar la realidad de este desastroso gobierno (evidenciando la responsabilidad de Elena Salgado por omisión permanente), sino que acusa al líder de la oposición de machista. El mismo argumento con el que habría excusado sus carencias (o su incompetencia) en el debate si en vez de machacar a Z., las críticas se hubieran dirigido a ella como un gancho de derecha.
Cosas de la izquierda.
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