jueves, 24 de septiembre de 2009

Zelaya, diplomacia española y ¿golpe de Estado?

Zelaya ya está en Honduras, en la embajada brasileña, alentando a los suyos, incitándolos a que el caos invada Tegucigalpa, a enfrentarse a la Policía, a los militares, con el apoyo lógico del imperialista Chávez y del vergonzoso papel diplomático de Moratinos y Cía.
Honduras ha sido el escenario de una de las más grandes chapuzas democráticas, propias de quienes aún tienen en sus venas los recuerdos de regímenes no democráticos. Zelaya convocó un referéndum ilegal, prohibido por el Tribunal Supremo hondureño, con el objetivo de perpetuarse en el poder para imponer un socialismo chavista, cuando él se había postulado a la presidencia por el Partido Liberal. A pesar de la prohibición del Tribunal Supremo, Zelaya siguió adelante, desafiando al ejército y a la Justicia, al orden constitucional, creyéndose rodeado por el aura del populismo y sabiéndose respaldado por ese movimiento imperiosocialista chavista llamado bolivarianismo. ¿Alguien creyó entonces que ese desafío de Mel Zelaya respetaba la democracia y el orden constitucional de Honduras?
El Tribunal Supremo ordenó la inmediata detención del presidente Zelaya, y los militares optaron por expulsarlo del país en pijama, en vez de ponerlo a disposición de la Justicia, y Micheletti se puso al frente del gobierno hondureño. Una chapuza que, junto a una buena campaña publicitaria financiada por el chavismo (léase: Chávez, Correa, Ortega), la diplomacia suave de Obama (que tanto se quiere alejar de Bush) y la diplomacia servil de Zapatero a todo lo que huela a Chávez, convirtieron a ese Mel con ojos de cordero degollado en todo un símbolo de defensa de la democracia y de la legitimidad, cuando fue él mismo quien se propuso corromperlas.
Por cierto: ¿Se ha procesado a los militares que desobedecieron la orden del Tribunal Supremo de Honduras de entregar a Zelaya a la Justicia? Otra chapuza.
La diplomacia española, dirigida por Moratinos, encargado de las buenas relaciones con las dictaduras del mundo (Cuba, Libia...) y de gastarse millones de euros en una bóveda de un tal Barceló (artista de la ceja) que se cae a trozos, ha sido la vergüenza de un país que algunos siguen llamando Madre Patria. Quizás por el vacío significado que tiene para el gobierno Z. las palabras madre y patria, y de la especial inaptitud para el cargo del ministro de exteriores, el rol que debería ejercer España en Iberoamérica es tan pobre y vergonzoso. ¿Por qué no puso todo su empeño, como mediador, para recomponer la situación en Honduras? ¿Por qué no se puso, por ejemplo, al Príncipe Felipe, representante de la Casa Real en Iberoamérica, a trabajar por el diálogo y una salida democrática? ¿Por que no se intensificó los contactos con Micheletti y su canciller, en busca del acuerdo (que tanto prestigio hubiese dado a la diplomacia española) en vez de seguir los dictados de los bolivarianistas y aplicar una política que no se aplica con dictaduras como la cubana?
Ahora quedan los planes que rondan por la cabeza de Chávez para el retorno de su marioneta Mel. Ahora cualquier referéndum sin las garantías constitucionales, como el que quiso imponer antes de su derrocamiento, tendrá el visto bueno de la comunidad internacional, y podrá iniciar una revolución chavista en Honduras que fortalezca el petroimperialismo socialista chavista, llamado también bolivarianismo, es decir, una dictadura de facto, con el beneplácito de la diplomacia española donde lo que para Honduras es inaceptable, para Venezuela es satisfactorio.