Tras la aparición de las hijas de Z. en todos los periódicos, blogs y demás medios escritos y no escritos, posando con Obama con sus mantos negros y sus botas de hell's angels, (sin el mínimo sentido de lo adecuado cuando se es hija de un presidente y posa en una recepción diplomática) se ha reabierto por enésima vez el debate sobre el papel que juegan los menores en nuestra sociedad y de cuán contradictorio como lejano es el tratamiento que dan los políticos a nuestros angelitos.
Así Z. impide y censura la publicación de unas fotos de sus hijas en la ONU e intenta que el posado con la familia Obama no trascienda más allá de las pocas horas que apareció publicada en la página de la Casa Blanca, quizás para evitar lo que no se pudo evitar o, quizás, para extender una cortina de humo sobre la aprobación de unos presupuestos pro-crisis y que sus hijas puedan tomarse la pastilla abortiva sin el permiso y con el desconocimiento de sus padres.
Asistimos ante la paradoja de que el Partido Popular propuso que se rebaje la edad penal a los 12 años y que el chico/a, penalmente responsable, necesite permiso paterno para integrar una red social como Tuenti o Facebook.
Asimismo, se permite que los menores puedan publicar sus fotos, sin pixelar, en esas redes sociales libremente y sin consentimiento paterno, pero que inmediatamente son censuradas cuando pasan de angelitos a demonios violadores y asesinos. Que se lo pregunten a Caballero ZP.
Todo ello, ínfima parte de un profundo debate no resuelto ni tampoco abordado, es el resultado de una política poco coherente, de poca visión de la realidad del menor y de la sociedad actual, y de confusión sobre cómo actuar ante estos angelitos, productos o víctimas de la LOGSE.
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