Todos hemos visto cómo el negacionismo de la crisis de Z. y la ineficacia de las improvisadas medidas contra la leve turbulencia económica, y la aplicación de medidas puramente electoralistas como la del cheque-bebé o los famosos 400 euros del IRPF, han hecho que el monstruo de la crisis de los 5 millones de parados sea mucho mayor y más virulento que en países de nuestro entorno, como Francia o Alemania, que ya empiezan a salir tímidamente de la recesión.
Ahora, Pepiño Blanco, al que siempre he considerado un imitador de Alfonso Guerra pero sin las horas de lectura y melomanía del ex-vicepresidente del gobierno, insinúa la congelación de facto de los sueldos de los funcionarios, bajo la perífrasis de fijar los niveles de contención salarial, según Europa Press. Como apunta el diario El País: "Si la inflación se recupera el año próximo, como prevé la mayoría de los analistas, ese incremento podría incluso suponer una pérdida de poder adquisitivo."
Por supuesto, los sindicatos, empezando por CC.OO., están dispuestos a plantear el debate.
Todo esto destaca con la posición de los socialistas, empezando con Z., cuando el Partido Popular, en su etapa de gobierno con José María Aznar, congeló el sueldo de los funcionarios en el famoso decretazo. La congelación, totalmente impopular y con la oposición frontal de los sindicatos ahora claudicantes, fue una medida necesaria para la recuperación económica de aquel momento.
Y el decretazo ha sido muchísimas veces esgrimido en todo tipo de debates, desde los electorales hasta en los del Estado de la Nación, por Z. y su séquito para atacar al Partido Popular, antes y después de haber gobernado.
En numerosas conversaciones siempre he mantenido que esta política económica del gobierno de Z., al final, conllevaría a tomar medidas serias pero drásticas, irremediables y dolorosas para evitar el desastre. El constante despilfarro de recursos públicos como el Plan-E, el cheque-bebé, los 400 euros, y un largo etcétera, en vez de la contención del gasto y la reducción de impuestos para reactivar el consumo, y una reforma para la flexibilización laboral, han llevado a que incluso la permanencia de España en el sistema monetario común del euro esté cuestionada.
Ahora se plantea la congelación salarial de los funcionarios, llámese contención salarial o congelación a secas, y los sindicatos van a a apoyar esta medida (quizás mientras no se congelen las subvenciones). Una medida que va a resultar inevitable debido a la situación económica a la que nos ha llevado un gobierno iluminado por la improvisación pero que, desgraciadamente, va a estar llena de demagogia y no va a hacer rectificar el cinismo socialista que seguirá atacando al Partido Popular y a Aznar por el decretazo.
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