Standard & Poor's ha bajado la calificación de España a "AA", quitándole una A, que, para el que no está habituado al lenguaje económico, como me pasa a mí, significa que ha bajado la confianza que se puede tener en este país. Ahora se exigirá un requisito mayor para que alguien de fuera confíe en nosotros y, por ejemplo, adquiera deuda, que es con lo que se financia, por ejemplo, la locura de la financiación autonómica. Y la confianza, como ha quedado demostrado, es la base de la economía.
Realmente, no es entendible como Standard & Poor's ha tardado tanto en quitarle ese plus de confianza que ofrece la triple A a España, cuando el Gobierno con su presidente a la cabeza ha estado dando palos de ciego desde el principio, cuando a la crisis la ha llamado turbulencias, pequeña desaceleración, antipatriotas a quienes pensábamos lo que se nos venía encima y con descalificaciones de todos los tipos a las instituciones tanto públicas como privadas que rebajaban las optimistas e irreales previsiones del Gobierno Z. Con el Capitán Z. gobernando el barco, que es incapaz de ver un tsunami y cuando lo ve prefiere que todos soplemos para ver si lo hacemos más gigantesco, no es de extrañar que la crisis nos ataque con más dureza, que las estimaciones sean peores de lo que él nos quiere hacer creer y que nos quiten la confianza que antes nos otorgaron.
Y viniendo de Z. es hasta previsible que ataque a Standard & Poor's, le quite credibilidad a sus calificaciones y todas esas cosas que, precisamente, han llevado a que no tengamos la máxima calificación de esta agencia. Se permite el lujo de advertirle, además, de advertir que "El papel de las agencias de calificación está siendo sometido a debate todo lo que es la política de reforma del sistema financiero". Pero no dice que el origen de ese debate es que esas agencias valoraron alegremente al alza sus calificaciones.
La pregunta es: con este presidente de gobierno que tenemos, ¿alguien esperaba otra cosa?
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