martes, 25 de noviembre de 2008

La pasión por convencer para seguir vencido

Ante unas palabras de símil futbolístico de José María Aznar a las Nuevas Generaciones en Madrid, en las que exhortaba a ganar el partido y no ha heredar el gobierno, Mariano Rajoy dijo que lo que le movía era su pasión por convencer.
Efectivamente, la pasión por convencer del líder(?) del PP hizo que este partido aumentara el número de votos respecto a las elecciones de 2004. No obstante, Zapatero convenció a gran parte de los radicales y fue él quien venció. Pero a Rajoy, quien se cree que convenció (cuando en realidad quien convenció a votar al PP fue el propio Zapatero), le bastó para seguir confortablemente en el despacho donde suena "The Police" y en el primer escaño, por la derecha, de la segunda fila del Congreso, frente a las numerosas voces de sentido común que le convenían a que dimitiera por el bien del partido. En una imaginaria paranoia, Mariano creyó que la culpa de la derrota del Partido Popular no la tuvo él, sino otras razones entre las que podríamos enumerar estas: Una.- El mal debate del inexperto Pizarro frente al aburrido Solbes. Dos.- El lastre del debate sobre el 11-M, la teoría de la conspiración y el discurso radical de la AVT. Tres.- Acebes y Zaplana. Cuatro.- Esperanza Aguirre por no dejar poner a Gallardón en las listas. Cinco.- El cordón sanitario de los artistas de la ceja. Seis.- Una mala campaña publicitaria.
Como se puede observar, ninguna razón le incluye a él. Podemos valorar de muchas maneras todos los puntos anteriores, pero también es cierto que Rajoy tuvo responsabilidad al perder los debates frente a Zapatero, también que no tiene una imagen (respaldada con un gran carácter) tan importante hoy en día y tampoco tiene carácter (y como buen gallego, no se sabe si sube o si baja). Es decir, puede ser un gran gestor pero es un pésimo líder porque carece de lo fundamental: liderazgo.
Rajoy heredó (error fatal de Aznar que quiso dejar las cosas atadas y bien atadas, y en estas nos encontramos) el poder del partido de su jefe creyendo que podía ganar al bambi Zapatero, con el respaldo de las encuestas a favor. Pero se encontró a un adversario político de lo más astuto que, frente a una campaña gris (recuerden aquello de "hay un señor que grita mucho", por no llamarle por su nombre) opuso una gran campaña electoral (la del zp), y después vino los atentados del 11-M y la campaña de Prisa. ¿Hubiera ganado Rajoy las elecciones sin el 11-M? Mucho me temo que no.
Nada más perder las elecciones de 2008, Rajoy decidió, para sorpresa de muchos de sus correligionarios, heredarse a sí mismo. Y para heredar no dudó en quitarse de encima a Acebes, Zaplana, María San Gil y a alguien como José Ortega Lara; tampoco dudó en desdemocratizar el Congreso de Valencia, acaparando los avales en blanco como si fueran trofeos y asegurándose la candidatura única, el famoso congreso a la búlgara.
La peligrosa obstinación de Rajoy por heredar el poder (rehuyendo de dar la batalla donde hay que darla, con la convicción de ganarla con el poder argumentario del que dispone) puede llevarnos al paisaje tenebroso en el que, tras perder las elecciones que vienen, el líder popular se empeñe en seguir heredando sin caer en la cuenta de que el verdadero problema es él (porque las habrá perdido por culpa de Losantos)
O, peor aún, que tras ganar las elecciones europeas y,posiblemente, las gallegas, Rajoy se crea que puede ganar las elecciones generales. Zapatero le tiene cogida la medida al presidente popular, y le ganará las elecciones de 2012, haciendo ver que "ya estamos viendo la luz al final del túnel de la crisis en la que nos habían metido las políticas neoliberales del gobierno popular del que Rajoy formaba parte, y vemos la luz gracias a las políticas socialdemócratas con las que Z. ha liderado el G-20". Eso y el bonobús, y Zapatero hasta 2016.
A Rajoy no le basta con que los sordomudos le identifiquen con el gesto de la barba y mandar sms's diciendo palabras como "prosperidar" con erre de Rajoy. Al Partido Popular le basta con elegir como líder a alguien que tenga madera de liderazgo. Porque si las cosas no cambian drásticamente, el único que va a heredar el poder de Zapatero va a ser el propio Zapatero. Y si eso ocurre, ¡ay de España!

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