Sé que Miquel Barceló es un gran artista, y uno puede o no estar de acuerdo con su obra, pero nadie le puede negar su genialidad. Sobre la polémica cúpula de la empalagosamente llamada "Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de las Civilizaciones" he de decir que me parece una obra espectacular y digna de elogio.
Dicen que, a pesar del altísimo caché que tiene el pintor, Miquel Barceló sólo ha percibido 6 millones de euros, menos de un tercio del coste de la obra. Ha salido barato, parece desprenderse de las afirmaciones de la prensa de la izquierda.
Al margen de los fondos privados y de la aportación de fondos al desarrollo, me pregunto si realmente era necesario gastarse 20 millones de euros en una cúpula de una sala de un edificio de la ONU. La pregunta de si además era necesario bautizarla con ese nombre antes mencionado, me la voy a ahorrar... por ahora.
No creo que sea necesario gastarse 20 millones de euros para decorar una cúpula, es más, me parece repulsivo que se gaste esa cantidad de dinero para una sala de Naciones Unidas, cuando en todo el mundo en general y en África en particular (y no olvidar a nuestra hermana Latinoamérica) la gente muere de hambre y en la miseria. Con una capa de escayola hubiese bastado, aunque entonces, quizás, el nombre de la sala se hubiese llamado simplemente "de los Derechos Humanos", para disgusto de Zapatero.
Cuando Zapatero y Moratinos entren en la sala a debatir sobre los derechos humanos en el mundo para defenderlos con sus discursos huecos, sólo tendrán que mirar arriba para que, en su conciencia, les quede la incertidumbre de saber cuánto se podría haber hecho en pro de esos derechos (empezando por el de nutrición) con 20 millones de euros.
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