Cuando se acercan elecciones (por tanto, reparto de aspiraciones políticas, de poder, de asignaciones económicas, si puede ser de una pensión vitalicia y, en resumen, fuentes de financiación tanto personales como de partido), los políticos suelen decir y hacer muchas tonterías que no harían en otro momento de su vida o si esa no fuese su vida.
Pero al punto que hemos llegado en esta campaña, y eso que no ha empezado oficialmente, no sólo se han dicho y hecho muchas tonterías (de momento gana el "porque es muy listo"), sino que en ese empeño por destacar uno pasa de las tonterías a desafiar al Estado de Derecho en sí mismo, a la Democracia. Todo esto lo hemos visto con los ataques y las llamadas a la desobediencia a los tribunales a cuenta de si el castellano debe ser también lengua vehicular en las escuelas catalanas.
No voy a poner aquí ni opinar sobre las lamentables (por decir algo suave) declaraciones de ciertos políticos atacando a los jueces que cumplen y hacen cumplir la Constitución y sus Leyes; no voy a poner aquí ni opinar sobre las proposiciones de quienes aspiran a gobernar para cercenar y amputar nuestro Estado de Derecho; ni voy a poner aquí ni opinar sobre las declaraciones que quitan hierro al asunto, algo que no me sorprende, dicho sea de paso, de quien ha hecho de su silencio su forma de regir.
Así, donde unos jueces y magistrados, donde los más altos tribunales del Estado ordenan que se cumpla la Ley, donde debería demostrarse que vivimos en un Estado de Derecho, en una Democracia, nuestra clase política se permite el insulto, la falta de respeto, el desafío e incluso la amenaza velada a los propios pilares de una Democracia.
Seamos claros. Una desobediencia a un Tribunal sale prácticamente gratis, y el rédito político, especialmente en el nacionalismo, es mucho mayor que la pena a pagar: Las leyes de nuestro país no poseen el suficiente carácter coercitivo que debería proteger nuestro Estado de Derecho y las garantías de una democracia. Pero, además, no tenemos ahora ningún líder que diga alto y claro que va a defender el Estado de Derecho y el cumplimiento efectivo de las Leyes, que es lo que me hubiera gustado escuchar de Alfredo Pérez (Rubalcaba) y de Mariano Rajoy.
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