El lema que ha elegido Mariano Rajoy es "No habrá próxima vez". Lo que no queda claro es qué es lo que no habrá próxima vez. Lo que sí queda claro es que con Mariano Rajoy sí habrá una próxima victoria socialista con Zapatero a la cabeza y, con ella, el certificado de defunción de la España que conocemos.
Si Mariano Rajoy se encargó de recoger sede por sede la casi totalidad de los avales en blanco para el Congreso búlgaro de Valencia, ahora quiere obligar a quienes no lo dieron a que lo firmen, bajo pena de utilizar sus funciones para la confección de las listas partitocráticas de elecciones venideras y borrar de la foto a los que levanten la mano. Unidad de partido desfigurando la esencia de un partido que se dice democrático y con el mayor número de afiliados de España.
Mariano Rajoy ha decidido seguir en su estrategia valenciana: esperar a que caiga la manzana de la victoria electoral, a pesar de que es el líder menos valorado, si es que es líder de algo. La izquierda está contenta: silenciar a Aguirre, promocionar a Gallardón y dar en bandeja la tercera victoria electoral del peor presidente de la historia democrática española, para exasperación de una parte de la derecha que reclama un verdadero liderazgo y la recuperación de los valores del liberalismo conservador. Y un verdadero liderazgo no se gesta con un puñetazo en la mesa como pretende el rajoyismo: un verdadero líder no necesita dar un puñetazo en la mesa porque no deja que la situación se agrave tanto como para tener que darlo, pues ello significa que es demasiado tarde.
Pero habrá próxima vez. A Rajoy ya le tienen cogida la medida, tanto los socialistas y su maquinaria propagandista como los gallardocobos que ambicionan el trono de Rajoy del mismo modo que Rajoy ambiciona el trono de Z.: esperando que el deterioro les dé la victoria.
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