Tras el anuncio de Italia de su duro plan de ajuste (más y más y más impuestos) y tras oír en una tertulia de la Cope que España, o sea, Mariano Rajoy, tendría que subir el IVA más pronto que tarde, veo que las cosas van a ir más o menos en la misma línea: que la propia derecha mediática diga que han de subirse los impuestos, dándolo como la única salida al desastre, sólo puede significar que si el río suena...
Opino que la ciudadanía no va a comprender en absoluto una política de aumento de impuestos si antes no hay una política de recorte de lo superfluo, como son esas tantas y tantas subvenciones a lo inútil. Tampoco lo entendería en el momento que hay una maquinaria tan pesada como lenta e ineficaz, esa que llamamos Administración, por la que hay que pagar tanto de nuestros impuestos. Y, no en pocas ocasiones, por competencias por cuadruplicado (pagamos las subvenciones por cultura a nivel nacional, autonómico, provincial y municipal –y comarcas donde las haya–, sus respectivos funcionarios y los gastos que generan).
Tampoco se entendería que fuesen los contribuyentes quienes pagasen el pato de que haya tantas y tantas instituciones donde los políticos puedan medrar o jubilarse, a veces con sueldos que superan a los del propio presidente del gobierno. Es necesario un duro plan de ajuste, pero también político y de su propia concepción de la política viciada por la partitocracia.
Es decir, un duro plan de ajuste, no al ciudadano, sino de la propia administración burócrata y al servicio de los partidos políticos que racionalice el gasto e impere el sentido común al que siempre alude Mariano Rajoy, adelgazar el peso del Estado y todos sus perversos engranajes, siempre será aplaudido. Que el Estado acabe convirtiéndose en una pesada losa para el ciudadano, sólo significará que Mariano Rajoy no ha aprendido nada de las consecuencias del Plan E zapateril.