miércoles, 8 de junio de 2011

Cubierto de gloria

Gracias al blog de Natalia Pastor, me enteré de la noticia, ya conocida por todos, de la discusión que mantuvo S.A.R. el Prícipe Felipe con una joven a favor de la instauración de una república en nuestro país. Lo insólito del hecho no es que se haya producido esta discusión a favor o no de la monarquía y de los manidos debates del referéndum y todas estas cosas. Lo insólito es que este debate se haya producido entre una licenciada de Derecho (Laura Pérez) y un profesional de la monarquía, quien cae en las trampas dialécticas (simples) de aquella.

Hay varias cosas que quisiera puntualizar: En primer lugar, y creo que más importante, es que no somos súbditos de nadie en el momento en que somos soberanos. El Rey no es el soberano, la soberanía recae en el pueblo español. (Artículo 1 de la C.E. 1978). Por tanto, que entre dos licenciados en Derecho no sepan ese punto básico de nuestro ordenamiento jurídico es para sonrojarse.

Por otro lado, existe el mecanismo para convocar un referéndum para saber si queremos Monarquía o República. Pero es más, a lo que a mí respecta, considero que ese referéndum se da cada día que tenemos elecciones, pero especialmente las generales. Cada cuatro años, refrendamos nuestro sistema con nuestro voto.

La Constitución Española, y en especial en lo que respecta a la Monarquía, se puede modificar, siguiendo lo establecido en su Título X. Para que sea factible una modificación de la Constitución y que, por tanto, haya un referéndum sobre la Monarquía, es necesario un plebiscito anterior donde un partido diga en su programa que va a proponer la reforma constitucional, y que éste gane y saque adelante su proyecto (con lo cual, ya hay una primera votación en la que los ciudadanos, siéntanse súbditos o ciudadanos, ya opinan sobre el tema. Partidos como IU son claramente republicanos, y partidos republicanos hay muchos. También existe la posibilidad de votar al PSOE, partido acostumbrado a aprobar leyes que ni siquiera estaban en sus programas, como la Ley del Aborto, por lo que no sería extraño que nos saliese con alguna de éstas.

Así, cada cuatro años, yo voto a favor de la Monarquía. Porque voto a un partido (u otro) donde no tiene en su programa reformar la Constitución Española e instaurar la República. Pero que una licenciada en Derecho, que algo de Derecho Constitucional habrá estudiado en la carrera, incluso no sepa que esos mecanismos estrictos de reforma de los que hablaba S.A.R. el Príncipe Felipe se pueden saltar (y si no que le pregunten al bisabuelo del Príncipe, Alfonso XIII) es de juzgado de guardia.

¿Para cuándo se va a plantear un referéndum sobre la República? No es ni al Rey ni al Príncipe a quien hay que preguntárselo, pues ellos no tienen la capacidad legal de cuestionárselo, pues la respuesta es sencilla: Cuando decida el pueblo español. No les corresponde a ellos cuestionarse un sistema que los ciudadanos españoles nos hemos dado y nos seguimos dando con nuestro voto. La soberanía recae en el pueblo español, recordemos.

Pero yo le haría una pregunta a Laura Pérez: ¿Así, un referéndum tan simple? ¿Y por qué no un referéndum donde entren todas las formas de Estado? ¿Por qué no podemos decidir si deseamos una dictadura, una monarquía absolutista, una república islámica, una república bolivariana o una república bananera? ¿Por qué no podemos decidir si queremos una república estilo Estados Unidos o estilo México o estilo Rusia? Y también hay que contentar a Cayo Lara, líder de la tercera fuerza política de nuestro país, que estaría contento y a favor de que se incluyese la opción de una república popular de partido único al estilo cubano.

Por último, hay que aplaudir a Doña Letizia que, como buena profesional, prefirió meterse en el coche oficial antes que meterse en berenjenales. Estoy de acuerdo con Natalia Pastor: El Príncipe no tenía por qué meterse al barro. Al final, Laura Pérez ha conseguido su minuto de gloria. Don Felipe, me temo, se ha cubierto de ella.

1 comentario:

Natalia Pastor dijo...

Es que hay una cosa evidente;cuando el Principe desciende a debatir en plena calle con la primera persona que le increpa, que reclama la República o que cuestiona la Monarquía, coloca la institución a la altura de cualquier friki o famosillo de "Salvame" que es interpelado entre alcachofas en la estación del AVE.

La monarquía, la institución,hay que resguardarla de actitudes poco proclives al respeto.