¿Cuántas veces habremos oído la frase "es que yo no trabajo de lo mío"? Pongamos por ejemplo los licenciados de Derecho. Cada año salen miles de todas las facultades españolas, y no son pocos los que acaban trabajando de bedeles en un Ayuntamiento (y a Dios gracias) o en cualquier puesto de administrativo en cualquier pequeña oficina, en vez de ser un importante abogado, un fiscal o juez de la Audiencia Nacional. Qué injusto es el mundo.
Pero imaginemos que a Z. se le ocurre la genial idea (y digo Z. porque es al único que se le puede ocurrir realmente, aparte de a Ally McBeal) de subvencionar, con el dinero de nuestros impuestos, a todos los licenciados de Derecho y facilitarles un despacho, subvencionarlos tengan o no clientes, y crear un impuesto especial para poder sufragar estos gastos que administraría directamente el Colegio de Abogados, sin control del Estado que los recauda. Y eso sí, el cliente a pagar la minuta que corresponda... Toda España estaría plagada de despachos de abogados, buenos y malos, la mayoría vacíos de clientes, pero todos mantenidos gracias a nuestros impuestos.
Pero ¿estaríamos dispuestos todos los españoles en subvencionar a los licenciados de derecho para que abran despachos, tengan o no clientes, sean buenos abogados o sean abogados mediocres? ¿Estaríamos dispuestos a que estas subvenciones (con sus correspondientes impuestos) se extendieran a otros campos del saber, como la medicina, las ingenierías, la arquitectura, la albañilería, la fontanería, etc., etc.?
[...]
¿Y por qué el cine y la música han de ser distintos?
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